domingo, 3 de febrero de 2019



La decisión fue el traje marrón,
Los zapatos negros no tenían los cordones, y las medias más oscuras habían sido alimento de las polillas.

Camisa sin estrenar, ultimo regalo de la vieja, de odiado color celeste colectivero, Ricardo colaboro con una corbata,

Al cinto hubo que perforarlo dos veces, confirmando el exceso de peso, cruel comentario de los amigos del bar.

Cuestiono varias veces el no ir, pero el mágico inconsciente seguía con los preparativos, vulnerando su voluntad.

La plancha hizo lo suyo, las impecables rayas eran perfectas, la afeitadora otro tanto, el ultimo culito de loción fue desparramado sobre la pelada y cuello.
Al salir y en voz baja prometió a San Valentín, que nunca, pero nunca, más volvería a enamorarse….
  

Cabeza de Apio  Nov 2018

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