La decisión fue el traje marrón,
Los zapatos negros no tenían los cordones,
y las medias más oscuras habían sido alimento de las polillas.
Camisa sin estrenar, ultimo regalo de
la vieja, de odiado color celeste colectivero, Ricardo colaboro con una
corbata,
Al cinto hubo que perforarlo dos
veces, confirmando el exceso de peso, cruel comentario de los amigos del bar.
Cuestiono varias veces el no ir, pero
el mágico inconsciente seguía con los preparativos, vulnerando su voluntad.
La plancha hizo lo suyo, las
impecables rayas eran perfectas, la afeitadora otro tanto, el ultimo culito de
loción fue desparramado sobre la pelada y cuello.
Al salir y en voz baja prometió a San
Valentín, que nunca, pero nunca, más volvería a enamorarse….
Cabeza de Apio Nov 2018
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