jueves, 9 de mayo de 2013

Volver 1º parte


Una larga mesa, semicubierta con un rustico tejido, conquistaba la magia, el encanto, el de poder recorrer lo pasado.
Se lograba caminar de la mano arrugada, por la plaza de la infancia, o reír a carcajadas en esa noche, con amigos.
La pequeña lámpara hollinada, mostraba un piso desnudo, dispuesto a dejarte correr a entregar aquel perdón, que nunca fue pedido, que tanto te lastima, o ese te quiero mucho, que guardabas por vergüenzas, junto a las sonrisas más lindas.
Lo más bello del lugar, de esta húmeda posada, es que solo se podían soñar realidades.
El tiempo, el espacio y la imaginación, era lo más abundante, y donde no había imposibles, solo un simple mecanismo, el de encontrar un deseo, para retornar al pasado.
Eternas penumbras, o del sol más acogedor, tras la ventana más grande, o el sótano más oscuro, en una soledad abierta a la libertad, sin prisas…para revivir, o lo más feliz ,o para resolver lo más infeliz…
Allí se podía encontrar la razón, y la voluntad. La tristeza también estaba, detrás de esa puerta, la del cartel, con letras rojas, era una de las pocas puertas no frecuentadas.
Como no retornar a esos días tan desprolijos, donde el cansancio agotaba y era tan pasajero, al volver a empezar. A ese perfume que permanecía impregnado, en las manos, que quedaban sucias toda la noche, la atrapante tarde de la primera vez…
Recorrer la humildad de mis padres, tan difícil de copiar, como no ir a tomar una porción, para sentirla envuelta de agradecimientos, abrazos, y tanto amor…
Romper la alcancía de yeso, siempre tan paciente para nada, prepararle la leche a Manuela con pan adentro, cortado chiquitito o ayudarla con su tejido…
Mayo 2008 

miércoles, 1 de mayo de 2013

Cuando nos conocimos con Charly

No recuerdo si era por el 73, tal vez Chamaco o Leo se acuerden…
Estaríamos cursando el segundo año, pantalón gris, camisa blanca, corbata y bléiser azul, con zapatos negros, de cordones…
Éramos un trío que compartíamos, risas, puchos a escondidas, exámenes en Marzo y algunas salidas los fines de semana.
Un domingo por la tarde fuimos a bailar a un lugar muy conocido de Vicente Lopez, la hermana de Chamaco y sus compañeros lo organizaban  para el viaje de egresados. El mismo, donde Perón se encontró con Balbín, Nino, en la planta baja había un imponente restaurante y en la planta alta la confitería.
Todo muy lindo y había mucha gente, en un momento se iluminó el escenario y apareció un dúo cantando canciones melódicas y de gran poesía, Sui Generis…donde nació la magia….
Con Ernesto, un primo de la misma edad éramos bastantes compinches, con muchas cosas en común, amigos, deportes, sueños y horas de estar juntos, algunos fines de semana nos íbamos a una gran quinta, Hipajapé,  que el tío Héctor su papá tenía en San Miguel.
Un viejo tanque australiano con agua verde estancada, era la amenaza de Héctor para que tengamos un buen comportamiento, el aportaba un muy buen humor, una biblioteca impresionante y una gran paciencia.
Nos divertíamos mucho, con una vieja moto, sin patada que después de horas de empujarla, nos llevaba de paseo por calles de tierra, rodeadas de altísimos añosos eucaliptos perfumados.
 La fiesta de encender la cocina económica, que estaba bajo de un anciano aromo casi pegada al antiguo molino, que el tío hacia funcionar cuando limpiaba y cargaba el tanque australiano en diciembre con agua limpia, aunque la tía insistía con atendernos, la leche y el pan tostado con olor a humo era muy especial...
Los sábados a la noche íbamos a bailar a Padua a Intimé, que el dueño era el negro Galindez, el boxeador,  o a Moreno,  Popo`s. En época de vacaciones de verano, nos tocaba Miramar con mis viejos, Ernesto llevaba su carpa, lo que nos permitía tener menos control de horarios nocturnos de llegada y el escondite perfectos para fumar cuando estábamos en casa, que no era mucho.
Dos bicicletas viejas, una de paseo y la otra media carrera, nos transportaban a la playa y al centro, estaban siempre dispuestas.
Entre las tantas idas y vueltas a la playa o al centro, donde consumíamos mucha energía adolescente, era muy común ver  por las tardes caminando por las calles del centro a Charly, Nito y Grimbank antes de algún recital. En cada temporada tocaban cuatro o cinco veces en el cine Rex o en algún boliche.
Ese año con Ernesto fuimos a dos, al cine y a un salón disfrazado de bailable, este último estaba organizado, como para que primero tocara Sui Generis y que luego se juntaran las sillas y se armaba el bailongo.
Había mucha, mucha gente, canciones viejas y varias nuevas del que sería después Confecciones de Invierno, el sonido bueno y delirio total.
Ya por entonces, a Charly le daba por tocar un pasaje del Himno, cambiando un poco el ritmo, lo que disparó a una media docena de guardavidas invitados por el dueño del lugar, que estaban ubicados en la tercera fila, que se pararon como acto patriótico,  que Charly aplaudió y comentó “que pocos Argentinos hay” , los que replicaron, “que esa no era lo forma de tocarlo,  es un símbolo patrio, hermano” lo que Charly contestó, “no soy tu hermano” y se armó la rosca…
Volaron sillas, forcejeos, insultos, gritos femeninos y se terminó la música…
Mi primo mide más de dos metros, y doble pechuga, me agarró del brazo y me llevo cerca del escenario,  ahí nomas estaba Charly, cruzando amenazas, e incitando a que no les tenía miedo.
El dueño del lugar y organizador calmó a sus amigos guardavidas, y pudimos estar un rato con Charly, conversamos un poco y hasta compartimos su trago de menta con hielo. No tardó en llegar la cana, pero ya estaba todo un poco más tranquilo, igualmente nos invitaron amablemente a salir del local.
Nos quedamos un rato más en la puerta con Ernesto a la espera de Charly, queríamos despedirnos, mientras veíamos como los botones se iban en bicicletas silbando bajito a la comisaría, ya no quedaba nadie.
Charly no tardó en salir, por entonces no usaba limusina, fumaba un largo y perfumado habano, nos dio un fuerte apretón de manos, agradeciendo la concurrencia y el aguante recibido…”Los espero la próxima men”…
Nito salió casi detrás de él, rápidamente lo alcanzó y se fueron caminando rumbo al centro…
Con Ernesto nos fuimos a Vía Véneto, a tomar algo, como aún era temprano para ir a apolillar, nos fuimos a Droopy a jugar unas líneas al bowling, sin pensar que esa noche habíamos participado de algo mágico e inolvidable…
Cabeza de Apio 2013