Pastillas de
Amor Editado con diálogos...
Cursando el quinto año me prestaron
un libro de Lobsang Rampa y me gustó tanto, que compré los seis publicados,
incluyendo el que había leído.
Logré hacer esos increíbles viajes astrales, que eran tan seguidos que mi cordón de plata era uno de los más radiantes.
En el barrio había muerto una pareja
de viejitos, con diferencia de poco tiempo. La señora falleció en Agosto y él en
Octubre, casi llegando a cumplir los 60 años de casados.
Los comentarios de vecinos en general
mencionaban que Don Raúl habría muerto de amor, de pena, soledad al no poder
superar la terrible pérdida.
Yo, me encontraba muy enamorado de
una compañera de inglés, y tenía que ir a hablar con ellos, para saber de la
existencia del amor, y de que no se diluía con el paso del tiempo...
Y ese, fue mi primer viaje al cielo.
Me costó un poco, pero pude encontrar
entre tanta nube y gente a Doña María.
Lucía una túnica blanca, holgada y un
aro brillante suspendido sobre su cabeza, de unos veinte centímetros de
diámetro.
-Miguelito, lamento mucho, mucho verte.
- Tranquila Doña María, estoy de
paso.
-¿Cómo de paso?
-Sí, con práctica se pueden hacer
viajes astrales, a todos lados, incluyendo el cielo, ¿cómo está?
-Hay Miguelito, te digo la verdad,
extrañando bastante.
-¿Acá no lo tiene todo?
- Si, pero hay demasiado silencio,
todo es muy ordenado, no hay humedad, no me duelen ni los huesos. Y a los
nietos a Benjamín, el más chiquitito.
-¿Cómo está Don Raúl?
-Bien, en lo que llaman periodo de
adaptación, pronto le van a dar la aureola, y ya va a tener acceso a todo el
cielo. Antes de irte lo vamos a saludar.-
Hablamos un poco de chismes de
barrio, de la pianista, de la hija del lechero que estaba embarazada por sexta
vez de un nuevo marido y de su casa, que la estaban demoliendo para hacer unos
departamentos.
-¿Es cierto, que Don Raúl murió de amor?- María no podía parar de reírse.
-Hay Miguelito, ¿te parece?
-Es el comentario de todos sus
conocidos, familiares, incluso de los no tan allegados.
-Yo todas las mañanas con el desayuno
preparaba todas las pastillas, para el corazón, diabetes, ácido úrico, presión,
el diurético, ah y seguíamos una estricta dieta ambos. Cuando partí el hacía
cualquiera…
-¿No fue por amor?
-Miguelito, el amor… el amor, solo te
hace sufrir.
Fuimos a visitar a Don Raúl, también
se lamentó mucho al verme, pero María le dijo que yo estaba de viaje, hablamos
un poco de futbol, boxeo, de su velatorio tan cálido y concurrido.
Nos dimos un abrazo y María se
ofreció a acompañarme ya que las visitas ahí eran restringidas.
-Miguelito, vos siempre tan bueno, gracias
por venir, saludos a tus padres y a todos los vecinos, y que también los
extrañamos.
-¿Y el amor y la pasión? ¿Existen?
-No tengas dudas Miguelito, pero el
amor y la pasión no mata, que si lo hace la dependencia.
Me dio un gran beso, deseándome una
larga vida en la tierra, con un último pedido para todos los de abajo “sigan pensando que la pasión y el amor perduran con
el paso de los años y que se puede morir de amor”
Cabeza de Apio 2015