miércoles, 13 de febrero de 2019



ALQUIMIA

Una cebolla grande cortada al medio, la peló sacándole dos capas y cortó en una prolija pluma.
Puso una sartén sobre la hornalla a fuego medio que roció con aceite con una pequeña cantidad de ajo picado.
Cuando la temperatura era la ideal dejo caer la cebolla, sin sentir que dos lágrimas traviesas que corrían por su rostro también ingresaban en la preparación…
Con mucha precisión fueron cortadas dos papas en pequeños dados que descansaron dentro del repasador mientras colocaba un poco de azúcar sobre la cebolla que estaba con un dorado tan brillante como el acero inoxidable de la mesada.
El aroma y mi aún desconocido placer por la cocina me atrapaban que no hacían perder el mínimo de los detalle
Las papas, eran removidas acompañadas por estrofas afinadas de “tonadas del viejo amor” Que lindo cuando una vez, bajo el sol de mediodía, se abrió tu boca en un beso, como un damasco lleno de miel…
Y cuatro fueron los huevos, batidos con orégano fresco de la pequeña quinta, que de una corrida llego a tiempo, lo que fue mi pequeño aporte.
Hoy se porque nunca pude comer una tortilla como de la vieja…
La alquimia estaba en esas lagrimas que caían, por tantas razones o simplemente por picar una cebolla.

Cabeza de Apio 29MAY16

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