ALQUIMIA
Una cebolla grande cortada al medio, la peló sacándole dos
capas y cortó en una prolija pluma.
Puso una sartén sobre la hornalla a fuego medio que roció con
aceite con una pequeña cantidad de ajo picado.
Cuando la temperatura era la ideal dejo caer la cebolla, sin
sentir que dos lágrimas traviesas que corrían por su rostro también ingresaban
en la preparación…
Con mucha precisión fueron cortadas dos papas en pequeños dados
que descansaron dentro del repasador mientras colocaba
un poco de azúcar sobre la cebolla que estaba con un dorado tan brillante como
el acero inoxidable de la mesada.
El aroma y mi aún desconocido placer por la cocina me atrapaban que
no hacían perder el mínimo de los detalle
Las papas, eran removidas acompañadas por estrofas afinadas de
“tonadas del viejo amor” Que lindo cuando una vez, bajo el sol de mediodía, se
abrió tu boca en un beso, como un damasco lleno de miel…
Y cuatro fueron los huevos, batidos con orégano fresco de la
pequeña quinta, que de una corrida llego a tiempo, lo que fue mi pequeño
aporte.
Hoy se porque nunca pude comer una tortilla como de la vieja…
La alquimia estaba en esas lagrimas que caían, por tantas
razones o simplemente por picar una cebolla.
Cabeza de Apio 29MAY16
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