martes, 11 de junio de 2024

 


Ventidos treinta y cinco, pasaba puntualmente un morocho, 

de bombacha, alpargatas, pañuelo al cuello, chambergo y

limpísima camisa blanca.

Todas las noches lo esperaba, abría un poco la ventana para escuchar

su vozarrón recitando algún pasaje de Almafuerte,

Veintitrés y diez era su regreso, con un cigarro de hoja y un porrón de ginebra.

Una noche salí para saludarlo, presentarme, y nunca más volvió.  

Tal vez era una anima bendita, nunca tuve intención de molestarlo.


Cadeza de Apio 11Jun24

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