jueves, 22 de agosto de 2024

 

Antes de ir a la cama por la noche, preparaba un zumo de limón,

con nueve gotas para no soñar, puntualmente a las veintidós horas nueve minutos.

Parte de la rutina era controlar que la funda de la almohada, este bien estirada y la abertura al centro y no al costado del pasillo.

La poción era preparada con una receta ancestral, clavo de olor, orégano fresco, cardamomo, flores de manzanilla, corteza de árbol de tilo, y tres tallos de pensamiento.

Las gotas tenían como finalidad, alejarme de los sueños fantásticos de cada noche, eran esos de no querer despertar.

Seguramente es y será el motivo para abandonar escribir tan fluidamente como lo hacia antes de los consejos de Rosita, la bruja del barrio.

Recurrí a ella cuando dormí y soñé durante tres días y tres noches. 


Cabeza de Apio 22 Ago 2024


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