jueves, 23 de julio de 2020



Tres cuadras había que caminar hasta casa, el colectivo 2 nos dejaba en la avenida, hacía el recorrido de Ramos Mejía a Mataderos pasaba por los colegios de la zona, mezcla de uniformes y delantales blancos.
Era común por tarea o no, que algún compañero almorzara en casa.
Al cruzar la avenida, comenzaba a decir haciendo el gesto de oler, que estaba cocinando mi mamá.
A cada cuadra lo confirmaba, ¡SI! es tal cosa.
La conversación rodeaba un ida y vueltas, de lo imposible del mi sentido del olfato, que justificaba por nariz llamada aguileña.
Ya sentados a la mesa recibía miradas del invitado como diciendo increíble desarrollo, casi animal.
Y ahí me convertía en héroe, sonreía ante la complicidad de la cocinera que ya sabía el cuento.
La vieja tenía un menú semanal, quincenal y mensual basado en libros de nutrición.

Y lo recuerdo casi a diario, ante la infaltable pregunta,
¿Qué queres Comer? ¿Qué Comemos?

Cabeza de Apio 23 Jul 2020

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